"La reductio ad absurdum de la figura del escritor en
Fadanelli, cuya corriente literaria se llama, no sorprendentemente,
"literatura basura", habla de un vaciamiento de la literatura frente
a la emergencia de textualidades urbanas, subterráneas, que parecen volvería
irrelevante. Este movimiento, me parece, debe ser resistido, no porque haya que
reclamar para la literatura un lugar de privilegio, ni porque esas nuevas
textualidades carezcan de valor cultural, sino porque (...) mantener la opción
política de la literatura abierta puede ser, en momentos de cierre discursivo
(...) uno de los pocos, fundamentales, caminos de salida". (Sanchez Prado,
2006).
Naciones intelectuales: la modernidad literaria
mexicana de la Constitución a la frontera (1917-2000),
Ignacio Sanchez-Prado, 2006. Tesis Universidad de Pittsburgh.
Ignacio Sanchez-Prado, 2006. Tesis Universidad de Pittsburgh.
Para este autor, el estilo de Faradelli puede
suponer el fin de la acción política de la literatura por su valor
contracultural y underground. Pero no se debe olvidar que, pese a las
transgresoras frases de Fadanelli a propósito de la desaparición de autor y
lector, este escritor publica en algunas de las editoriales mas importantes en
habla castellana, como Anagrama o Grijalbo. Esta reflexión no supone una
perdida de valor literario de su narrativa, ni invalida el interés que su
movimiento editorial tiene, cuya dinámica de publicación de obras afines con
una estética transgresora y en el fondo profundamente crítica de la sociedad,
supone un necesario y saludable soplo de aire fresco en el panorama literario
hispanoamericano.
Tanto en el Blog de Fadanelli (guillermofadanelli.blogspot.com) como en la Revista y editorial Moho fundada por él y su
compañera podemos apreciar la importancia que tienen para este autor las
diferentes artes, como la videocreacion o las artes gráficas. En el estado
actual de la cultura posmoderna, el caficativo "Movimiento
contracultural" quizás sea excesivo, pero por lo menos se trata de una
propuesta arriesgada que, pese a negar el valor del campo literario, intenta
trascenderlo. Este movimiento da cuenta del gran valor de lo literario en
Mexico, y en Latinoamérica en general, frente a lo que ocurre en España. La poesía,
el relato y la novela disfrutan en Mexico de una vitalidad envidiable. Quizá la
tradición de los talleres literarios en las universidades tenga mucho que ver
con esta actitud frente a la literatura, que rompe con el mito de la soledad
del escritor, y colectiviza la creación literaria, abriendo nuevos caminos
editoriales con numerosas revistas y generando una interesante demanda de
textos fuera del circuito establecido de las grandes editoriales tradicionales.
La aureola del escritor individualista, enfrentado
a una sociedad que considera a los artistas como vagos, soñadores o simplemente
inadaptados a una sociedad materialista, se encuentra en Mexico con una
efervescencia de escritores deseosos de mostrar sus obras, escritores que desde
los comienzos de sus carreras literarias se acostumbran a someter sus textos al
juicio ajeno y que por tanto tienen muchas oportunidades para pulir su estilo.
Escritores como Villoro se formaron en talleres literarios y hoy en día forman
a las nuevas generaciones. En muchos de estos talleres no se impone un estilo
determinado, sino que se anima al escritor a buscar su propio estilo. Esta
tradición se echa en falta en España, donde la mayor parte de los escritores
deben resignarse a una desesperada búsqueda de aliados en Internet, si no
quieren sufrir el aislamiento que provoca la omnipresencia de las grandes
editoriales tradicionales.
La editorial Moho, sin embargo, tiene un estilo
definido, y tanto en sus propuestas editoriales como en sus premios de
narrativa se reservan el derecho a seleccionar y publicar aquellas obras que
presentan un estilo afin. ¿Cual es ese estilo? Sobre todo, la premisa básica
parece ser el sentido antisocial, la burla y denuncia del buen gusto y de los
valores establecidos, que son entendidos como algo artificial y alienador.
Títulos como Ascopolis, Barbarie, Sudor
añejo y sardina, nos dan una idea del tipo de literatura que promueven,
donde la provocación y el estilo contracorriente son valores fundamentales.
Fadanelli, El día que
la vea la voy a matar, su primer libro, editorial Grijalbo, 1992. Libro de
relatos.
Varios son los elementos fundamentales de esta
colección de relatos. Elementos que nos ayudarán a describir parte del estilo
de este autor. Uno de los principales, que supone además una declaración de
intenciones, es el alejamiento de las premisas del realismo mágico. Como
podemos apreciar en “Cuento de realismo mágico”, el autor ironiza con el estilo
del realismo mágico, parodia de Cien años
de soledad de Gabriel García Márquez, Pero las alusiones a Gabriel García
Márquez se complementan con otras referencias de la literatura mexicana y
latinoamericana. Por ejemplo, en el relato “La Posmodernidad explicada a las
putas”, un escritor borracho le cuenta a un profesor de literatura y una prostituta
una anécdota: en un concurso, el presentador pregunta quién ha escrito La divina comedia. Varias personas
levantan las manos y cuando el presentador señala a uno de los que había alzado
la mano, éste responde: Octavio Paz. El. Escritor concluye: "¿Y sabes cuál
fue la injusticia, profesor?, que no le dieron el premio; primero los educan
dentro de una cultura monolítica y luego les piden matices".
Este rechazo de la literatura monolítica
recuerda a Los detectives salvajes de
Roberto Bolaño. También lo une a este autor la descripción de la sociedad
urbana de México DF. En el relato “Suicidio en las calles de Tacuba”, por
ejemplo, podemos leer:
"Un paisaje obsceno: eso era precisamente
lo que formaba aquel conjunto de rostros deformados. Vendedores anómalos,
burócratas, estudiantes, perros arrastrando la lengua hasta el piso, enfermeras
con cicatrices en los brazos, ejecutivos, porquería humana, desperdicios,
desechos. Una sociedad como ésta sólo podría haberse gestado en la mente de un
enfermo".
La descripción continúa con una normalidad
austera. Es la sociedad actual, pero para el sujeto narrador resulta grotesca y
absurda. Por lo tanto es una critica de nuestra sociedad capitalista actual,
desnaturalizada y artificial, a la cual nos hemos acostumbrado y ya no resulta
extraña, sino natural. En ese contexto, varias personas jalean a un suicida
indeciso para que se lance al vacío, consiguiendo la reacción contraria. Se
refleja la sociedad del espectáculo, donde un acto como un suicidio es
contemplado como un espectáculo televisivo.
En muchos de los relatos, encontramos una especie
de narrador "psicópata" que entronca con Dostoievski:
"Fadanelli ha
explorado y perfeccionado un tipo muy particular de narrador, que desde hace
tiempo se viene repitiendo en nuestras letras. El tipo de narrador al que me
refiero pertenece a esa estirpe del “hombre enfermo” de las Memorias del
subsuelo de Dostoievski o del “hombre mediocre” del Libro del desasosiego de
Pessoa. Fadanelli ha elegido –y le ha funcionado– narradores en apariencia
discretos, pusilánimes, hombres sin atributos a la merced de sí mismos o de su
falta de voluntad. Pero el resultado de esa elección es lo contrario de lo que
anuncia. No hay, en la obra de Fadanelli, una mirada desinteresada. No hay una
sola observación que no venga cargada de una postura cuidadosamente pensada y
construida". Valeria Luiselli, "Hotel DF de Guillermo Fadanelli"
en Letras Libres (http://www.letraslibres.com/revista/letrillas/hotel-df-de-guillermo-fadanelli)
Se trata de un sujeto patológico caracterizado
por la ausencia de sentimientos, un ser inmune al dolor y sin empatía, cuya
única nota de pasión es el odio a la sociedad y al sinsentido de la gran ciudad
neoliberal, por eso, en El día que la vea
la voy a matar, nos encontramos con varios antihéroes de comportamientos
absurdos y antisociales, como en el relato “Mi tía Clarita”, donde el narrador
asiste incólume al brutal asesinato de su tía. En este relato se reconstruye la
ultima cena parodiando a Leonardo Da Vinci de manera similar a lo que hizo
Buñuel en Viridiana. Satíricamente,
tras una bacanal de sexo y violencia, en el pabellón numero doce de un hospital
mental, en la noche del 24 de diciembre, los pacientes acaban entonando el
himno de México y se relajan.
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