domingo, 15 de mayo de 2016

Días y noches de amor y de guerra, Eduardo Galeano, 1978

   
 

     Eduardo Galeano (1940-2015) desempeñó desde muy joven, diferentes oficios, desde trabajador manual a chico de los recados en un banco, episodios que incorporará a su obra literaria.

Su primer trabajo más o menos estable fue el de caricaturista para el Diario El Sol, órgano de propaganda del Partido Socialista, trabajo que empezó más o menos a sus quince años, en 1955.

En 1960 se incorpora a la revista Marcha, revista emblemática de la intelectualidad uruguaya, en la que actuaba entre otros Quijano, Onetti y Benedetti, además de otros integrantes de la llamada Generación crítica. Trabaja también el la revista Época.

Con el golpe militar de 1973, ambas publicaciones serán clausuradas y tiene que huir al exilio. Su obra Las venas abiertas de América Latina es censurada y prohibida en Argentina, Uruguay, Chile, Paraguay y otros países.

Una vez en Argentina trabaja en la creación de otra revista, llamada Crisis, que tendrá una breve y tumultuosa existencia, de 1973 a 1976, hasta que es desmantelada por el régimen militar.

En 1976 viaja a España, donde escribe y publica varios libros: Días y noches de amor y de guerra y Memoria del fuego. Ambas obras tienen como tema principal la memoria, la primera de ellas más personal, la segunda, la memoria de América Latina.  

En 1985 retorna a Montevideo.

Durante todo este tiempo ha viajado por medio mundo, especialmente por América Latina, como se observa en sus obras.




Sirve para algo mi memoria? Hemos querido romper la máquina de mentir.
la memoria. Mi veneno, mi comida.
(E.G.)

Obra aparentemente caótica, donde la memoria actúa como catalizador y estructura el material narrativo, Días y noches de amor y de guerra funciona como una escritura terapéutica, donde el autor conjura los demonios del pasado terrible que vivió.

La obra consta de varias secciones que se intercalan sin un orden regular, algunas de estas secciones son más reflexivas y filosóficas, otras narran episodios, otras describen el exilio, otras traen noticias al exilio desde los países latinoamericanos donde el autor residió, otras unen la esfera íntima y personal con la historia y, por último, en otras se alude a personajes anónimos que de alguna manera han dejado huellas en la memoria del autor. Algunas de esas secciones se titulan:

El universo visto desde el ojo de una cerradura
El sistema
Noticias
Guerra de la calle, guerra del alma
 Nombre de país más una fecha.

La obra tiene una cierta progresión, de manera que en el comienzo se describe más la infancia y la juventud del autor, como el episodio titulado: “Mi primera muerte”, donde se describe na crisis existencial que acaba en una tentativa de suicidio, y después van ganando peso las dictaduras y el exilio.

En el comienzo encontramos algunas invocaciones a la memoria, musa de la que saldrá el libro: " Siento que en mi memoria cabe toda la historia del mundo", y "Fiebre de mis adentros: las ciudades y la gente, desprendidos de la memoria, navegan hacia mí".

El libro se abre contando su experiencia en Guatemala, en el periodo posterior al derrocamiento de Jacobo Arbenz por un golpe de estado comandado por la CIA y la United Fruit Company, que colocó en su lugar una dictadura militar. Observa los hechos desde el presente de la enunciación como un presagio o un ensayo de lo que ocurriría años después en América Latina: "Hace 10 años yo asistí al ensayo general de esta obra". Se describe no sólo la persecución política, sino también el trabajo esclavo y los abusos de los órganos represores con respecto a la sociedad civil.  

Al comienzo y a final del libro se recrean las vicisitudes del grupo de periodistas y escritores que dirigen la revista Crisis, describiendo los problemas y los riesgos de ejercer el periodismo de investigación independiente en América Latina. En este sentido, la alusión al petróleo como causa de los grandes conflictos es clara.

Hay una alusión, en el comienzo, al peronismo, a su doble juego y a su fin trágico en la masacre de Ezeiza, prestando una especial atención a Perón, con el que se entrevistó en París. 

En una de las primeras entregas de la sección El sistema, relata su experiencia como trabajador en un banco, explicando cómo hervía el café para producirle diarrea al jefe. Queda clara, desde el principio, su repulsa por el sistema.

El libro va alternando fragmentos de la memoria con sensaciones del presente en el exilio. En algunos casos, ambos tramos temporales se entremezclan, como cuando describe los sueños de su mujer: "Ya no estamos ahí, nos mudamos a otro país".

Por el libro desfilan una gran cantidad de personajes que han tenido alguna importancia en la vida del autor, algunos de ellos son personajes anónimos que le han sorprendido (“Homenaje a un hombre que no conocí”), otros son intelectuales perseguidos o asesinados por las dictaduras y en la lucha revolucionaria, están ahí, entre otros: Raul Sendic, Che Guevara, Allende, Darcy Ribeiro, Roque Dalton, Onetti, Juan Rulfo, Zitarrosa, Haroldo Conti, Zelmar Michelini, Gutiérrez Ruiz, Raimundo Gleizer, Gelman, Rodolfo Walsh, Paco Urundo, Antonio di Benedetto, etc. Se trata de escritores, cinesastas, políticos, periodistas, etc.


“El sistema”

La descripción de las atrocidades cometidas en Uruguay ocupa bastante espacio al comienzo (47): "Medio millón de uruguayos", generalmente este tipo de informaciones se encuentra en las secciones El sistema o La máquina.

      En Quito (76) se desvela un poco la idiosincrasia de la Máquina y del sistema, cuando se habla de una "falsa cultura de protesta" y de la "alienación cultural", que irían parejas al progreso y al consumismo.

En El sistema y en La máquina, que actúan como una suerte de micro crónicas periodísticas y ensayísticas, mezcladas con elementos ciertamente poéticos, de manera que constituyen una suerte de prosas poéticas, se reflexiona sobre el ambiente social de las dictaduras y cómo los ciudadanos interiorizan la represión hasta el punto de reproducirla: "La dictadura es una costumbre de la infamia: una máquina que te hace sordo y mudo". Dice: "Cuántas veces he sido un dictador? Quién no reproduce, dentro de sí, al mundo que lo genera?".

El sistema es una máquina que produce alienación, capaz de manipular la historia y cambiar la memoria de las personas:

"Para que nos resignemos a vivir una vida que no es la nuestra, se nos obliga a aceptar como nuestra una memoria ajena. Realidad enmascarada, historia contada por los vencedores: quizás escribir no sea más que una tentativa de poner a salvo, en el tiempo de la infamia, las voces que darán testimonio de que aquí estuvimos y así fuimos"
Se refleja, en algún momento la connivencia y solidaridad entre las dictaduras del Cono sur, en clara referencia al Plan Cóndor, como en los comentarios del Ministro de defensa de Argentina: "Estamos hermanados" o en los comentarios entre el autor y otros intelectuales: " Qué será peor, che? Montevideo o Buenos Aires? Parece que tendremos que elegir entre la tortura y el tiro en la nuca. El sistema, en este sentido, es un sistema transnacional.

Los personajes y los lugares anónimos

No sólo aparecen los grandes centros urbanos, también se recrean lugares aislados de la selva, como en la historia del Bidente en el Amazonas con el cura que explota a los indígenas (44), o en la Crónica de la gran tierra, sobre Cuba, donde, tras un excurso en el cual se remite a los tiempos coloniales anteriores a la revolución, y tras mencionar un discurso de Fidel en 1970, en plena crisis cultural y en pleno bloqueo, con las amenazas de invasión norteamericana, se interna en el interior de la isla para describirnos el modo de vida en una de las regiones más aisladas de Cuba, explicando las dificultades que la Revolución tiene para llegar allí. 


El exilio

El exilio es el plano temporal desde el cual se configura el recuerdo. Desde este espacio–tiempo el autor se retrotrae y viaja al pasado y a otros espacios, especialmente a la América Latina que acaba de dejar atrás:

"De golpe uno está bajo cielos ajenos y en tierras donde se habla y se siente de otro modo, y hasta la memoria se te queda sin gente para compartir ni lugares donde reconocerse. Hay que pelear a brazo partido para ganar el pan y el sueño y uno se siente como lisiado, con tanta cosa faltando. Te viene la tentación del lloriqueo, el viscoso dominio de la nostalgia y la muerte, y se corre el riesgo de vivir con la cabeza vuelta hacia atrás, vivir muriendo, que es una manera de dar la razón a un sistema que desprecia a los vivos. Desde que éramos chiquilines, y en la hipocresía de los velorios, nos han enseñado que la muerte es una cosa que mejora  a la gente"

Frente a las tentaciones de la tristeza y la melancolía, lo que Ricoeur, con Freud, llama los “excesos del duelo”, defiende, al igual que Benedetti, la alegría (109).

Para aligerar la tensión acumulada en múltiples párrafos de sufrimiento y pérdida, el autor intercala algún fragmento relajante y feliz, como la descripción del mercado en Calella de la Costa, donde el goce de vivir se refleja en la descripción exuberante de las frutas. 


En el libro abundan las historias de amor y las mujeres que han pasado por la vida del autor, así como alusiones a sus hijos.


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