lunes, 23 de enero de 2017

Barton Fink o la angustia del escritor burgués

Barton Fink o las angustias del escritor burgués 

Año de lanzamiento: 1991
Director: Joel y Ethan Cohen
Guionistas: Joel y Ethan Cohen
Link para IMDB: IMDB
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Escribir sobre el hombre común es el objetivo principal del joven dramaturgo Fink y considera que lo está haciendo. Sin embargo, es un tipo egoísta y centrado en sí mismo. Conocer a Charlie, vendedor itinerante de seguros y, aparentemente, catalogable como hombre común, le ayuda a progresar y a llegar a tener una relación   verdadera (si bien traumática, como todo contacto entre capas sociales o mundos paralelos) con otro ser humano.

 Las inseguridades del escritor. Para Flink, tentado por el dinero fácil de Hollywood, el verdadero éxito es la creación literaria, y aspira a refundar el teatro nacional a través de la participación total del hombre común en sus obras. Este anhelo, sin embargo, encubre una empatía superficial y meramente teórica. El mundo de la literatura no es suficiente para conocer los entresijos y complejidades de la sociedad, así como las vicisitudes (heroicas) del hombre común en su diario acontecer. Hay que cruzar el valle de lágrimas, entrar en el río y ensuciarse en el lodo, antes de salir victorioso en esta jornada singular.



El idealismo se rompe cuando decide ir a Hollywood y el millonario productor Lipnik le pide que escriba una película sobre lucha libre. Descubre que las técnicas de producción y postproducción de la industria cinematográfica son bien diferentes a las técnicas del teatro. Dos ciudades se contraponen: New York con su Broadway, frente a Los Ángeles, con su Hollywood.

Fink es ahora un guionista sin ideas atravesando un terrible bloqueo. La industria audiovisual sólo quiere guiones que funcionen económicamente, que apelen a los sentimientos y que muevan pasiones. Es un descenso a los infiernos del escritor. No se adapta al nuevo medio, pero se resiste a aceptar su fracaso. Está frustrado por su incapacidad para contar historias y se siente un impostor (55').

Gracias a su relación con Charlie, el vendedor de seguros, Fink se humaniza, sufre y conoce la amistad. Accede al conocimiento y la comprensión que posibilitan la empatía (como dice la mujer del gran escritor alcohólico) ya que sin comprensión no hay empatía posible. Ese conocimiento de primera mano, visceral, emotivo, provee el conocimiento y facilita la posterior comprensión que conduce a la empatía. El proceso vital, la jornada, el conflicto, se resuelven con la gestación y el parto de algo nuevo: un guión que constituye la catarsis del personaje y la superación de su ultima prueba: la entrega de un manuscrito que sea "lo mejor que he escrito hasta ahora", una verdadera obra de arte.

"Mi uniforme está aquí", grita Fink a los soldados, señalándose la cabeza. "Con esto sirvo al hombre común". La traumática experiencia de la muerte de Audry se diluye en una celebración dionisíaca. La represión del personaje se fisura por primera vez cuando lo vemos bailando frenéticamente en una fiesta en la que se encuentran varios soldados de la armada naval. Por unos momentos, el mundo de la mente se erige de nuevo dominante, frente a los absurdos de la realidad material inmediata.

 



La producción de guiones en la industria cultural. Lipnik le ofrece a Fink los ingredientes básicos para elaborar una obra (historia). Debe escribir un guión sobre un luchador y Linick le sugiere que el personaje tenga un romance, entre otras cosas. La única ley: "haznos reír, haznos llorar". La mayor parte de las producciones de esta industria se crean única y exclusivamente para entretener, parece decirnos. Su presunto conocimiento del hombre común, le dice Licnik, le servirá para ambientar las aventuras y desventuras de un hombre de origen humilde que recurre a la lucha como tabla de salvación, y para describir los bajos fondos de la ciudad, aludiendo a las fuerzas del determinismo frente a las posibilidades de ascenso social.  En la jornada del héroe se impone una lucha violenta, dura, para abrirse camino en la sociedad.

Todo el mundo en la compañía parece conocer la receta, y en varias ocasiones se desmitifica la función del escritor en el organigrama general de la industria. Según esta concepción del escritor, su relieve intelectual y artístico, su presunta "magia", "el toque Fink",  no valen nada. El escritor es un trabajador más. El encargado de realizar la película le dice que tiene veinte escritores listos para sustituirte, con lo que le quita a la creación literaria su aura mítica. Esto es trabajo puro y duro. Producción en serie de películas B. No se intenta ofrecer nada más que entretenimiento y diversión, en busca de un dividendo cada vez mayor. No se le pide a Fink que escriba una obra de arte con la paciencia y la sabiduría del artesano.



 


El secreto de la producción artesanal, radica en la paciencia y la devoción con las que durante toda una vida un individuo o un colectivo de personas se dedican a una tarea especifica, alcanzando el más alto grado de pericia técnica y artística. Por eso un objeto artesanal se concibe como una obra de arte. Frente a las normas tradicionales y las marcas de escuela que rigen su producción, siempre existe un amplio margen para que el artista deje su impronta. Cada objeto es una pieza única. La producción artesanal, que puede parecer desde fuera mecánica repetición, constituye también una forma de expresión subjetiva. Puede tratarse de la fabricación de un sake tradicional en Tokio o de un tapiz en Marruecos, la forja de espadas en la Castilla medieval o la manufactura de artículos de cuero en la Argentina pre-industrial. 

Para salir del paso, Fink debe demostrar que puede escribir una historia comercial, siguiendo las reglas constitutivas de la industria cultural. Audry le repetirá una vez más la receta, incluyendo otros elementos: debe escribir "Historias sencillas con moraleja. Generalmente hay un luchador bueno y otro malo que tendrán que enfrentarse en la batalla final. En medio, el luchador bueno tiene un romance o un niño pequeño al que proteger." La fórmula es simple. Fink solo debe cambiar los nombres y el escenario.



Sin embargo, el escritor termina sucumbiendo ante el impulso creador (es un gran individualista) y finalmente escribe un guión especial, fuera de los cánones de la industria cultural. Un guión "de autor" que se gana el rechazo del millonario productor y que, justificándose en el contrato que han firmado, lo condena a escribir sin que sus libros sean publicados hasta que aprenda a escribir según el recetario y las formulas de la industria cinematográfica.

La odisea del escritor social. Barton Fink encarna la odisea del escritor social en el contexto de la Segunda Guerra Mundial. Contemplamos su inestable situación en medio de fuerzas oscuras que gobiernan el mundo; sus afectos de paria burgués hacia unas capas sociales que tampoco lo aceptarán como uno de los suyos; su intelectualidad, mental y despiadada, que reside en la ilusión de ser el mensajero del hombre común, esa abstracción vulgar y negligente que hace cada hombre un número, y que mide la valía personal de acuerdo a la fuerza de trabajo que uno es capaz de generar. El redentor de la clase obrera resulta en la película, a fin de cuentas, tan elitista como la burguesía a la que no ha dejado de pertenecer. Su odio de clase es, en ultima instancia, odio a sí mismo y a su familia; y, en otro nivel, mero cargo de conciencia, sentimiento de culpabilidad. 



En los tiempos actuales, el movimiento obrero y sus representantes sindicales han perdido conciencia de clase y legitimidad política. La clase media moderna ha sustituido a las dicotomías entre obreros y burgueses. Ahora existen los ricos, los diferentes grados de la clase media (A, B, C) y los pobres sin remisión. El cuadro general del estado de bienestar se ha desfigurado y la situación en este sentido es, en rasgos generales, mucho peor que hace unos treinta o cuarenta anos. El individualismo va ganando, y con él las corporaciones que sustituyen al Estado. Sin embargo, la abstracción del hombre común continúa existiendo, con su alto grado de hipocresía funcional. Los hombres comunes constituyen un misterio de profundidades insondables. Es imposible atribuirles características definidas más allá de ciertos lugares comunes.

Charlie, en la película, acaba mostrándose como un tipo contradictorio: un vendedor de seguros que asesina amas de casa y burgueses acomodados. En las ultimas escenas de la película aparece como una suerte de demonio o ángel exterminador, caminando entre las llamas del hotel que considera su casa. Una casa que, sin saberlo, había profanando Fink con su máquina de escribir y sus protestas por el ruido de Charlie en su habitación. El desangelado hotel, anacrónico y decadente, con el papel de las paredes despegándose en el calor intenso, con sus zapatos alineados denotando la presencia de anónimos individuos, sin rostro e incomunicados, es una metáfora del tercer estado galdosiano adaptado a los Estados Unidos. Esa es "la casa" de Charlie, mientras que Fink no es más que un turista con maquina de escribir, alguien que esta de paso y que, en cuanto cambie el viento, se irá en otra dirección.


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