martes, 9 de mayo de 2017

Carta a RTVE: Homenaje por el centenario del nacimiento de Juan Rulfo





Estimados administradores de RTVE,  

El 16 de mayo de 1917 nacía en un pueblo cercano a Sayula, Juan Rulfo. Sesenta años después, acude a Los Estudios de Televisión Española y ofrece una de las pocas entrevistas que se le conocen.

Esta nota que les envío debería publicarse el 17 de mayo de 2017, por una serie de conexiones casuales, en el centenario del nacimiento del escritor. La entrevista es un documento importante de un programa histórico. Que no se pierda su ejemplo.
Iván Alejandro Ulloa Bustinza

Entrevista: A fondo, 1977, RTVE
Entrevistador Soler Serrano
Invitado: Juan Nepumoceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno



Sentado frente al presentador, a medio metro escaso uno del otro, el invitado escuchaba atentamente la minuciosa descripción de su trayectoria vital con un gesto inextricable, que no dejaba traslucir sus pensamientos.

En el largo silencio que siguió al final de la presentación, uno dudaba si el escritor se levantaría y abandonaría la sala con el mismo gesto hierático o si, por el contrario, agradecería amablemente las palabras del periodista y, acto seguido, continuaría hablando. Tras unos tensos segundos, prevaleció la mesura, pero hasta bien entrados los quince primeros minutos de la entrevista, uno aún tenía la impresión de que, en algún momento, el invitado bruscamente abandonaría irritado el desolado plató.

Como contrapunto de la cortante sequedad del invitado, de su rostro asimétrico y semi-paralizado, la bonhomía y el campechanismo radical del presentador se adueñaban del espacio, con sus ojillos vivaces, la calva más que incipiente, y el apretado traje que delataba su corpulencia.

El invitado vestía pulcramente y, de primeras, no tenía demasiadas ganas de saltar al ruedo. El presentador, sin embargo, con su inocencia, su simpleza y su voluntarioso carácter, acabó por ganárselo. El invitado, como todo escritor que se precie, poseía grandes dotes de observación, y pronto advirtió la impostura general que quería imponer el sujeto a su puesta de escena.

El escritor observaba al presentador con mucha atención y parecía que, a cada pregunta, un sinfín de pensamientos ramificados acudían a su mente, como si le costase un gran esfuerzo ceñirse a lo que le preguntaba. 

Episodios terribles de su vida fueron pasando por detrás de sus ojos, cruzaron su mente relámpagos de dolor que habían permanecido por mucho tiempo olvidados, sin que pudiera detener la rueda de cuestiones íntimas. Indagaba al presentador intentando descubrir si era un tipo inofensivo, porque lo cierto es que había mencionado ya la muerte de su padre y de su abuelo durante la Revolución Cristera y, casi consecutivamente, la de su madre, y había deslizado estos temas con una naturalizad espontánea que desmentía la tensa rigidez de su cuerpo. Las preguntas más punzantes parecían, en su boca, meros peldaños de una lista de cuestiones grabadas con plomo en un papel.

A pedido de su interlocutor, comenzó a hablar sobre su familia y aprovechó para contar, en un tono bastante novelístico, la historia de su abuelo, un combatiente de la tropas realistas que, llegado el momento, hubo de cambiar de bando, sumándose a la causa de la  Independencia. Después de dar su punto de vista personal sobre la Revolución Cristera y el relevante papel de las mujeres en aquel proceso histórico, la conversación derivó a la época del orfanato donde pasó parte de su infancia, tras la muerte de sus padres: “era un sistema carcelario”, –dijo, sin inmutarse. “los niños nos organizábamos en pandillas e intentábamos hacernos daño”.

“La violencia… esa violencia que está tan presente en sus libros”. Cada vez que el presentador le interrumpía, él demoraba un largo tiempo intentando volver a coger el hilo de su pensamiento, pero se sobreponía a cada nueva embestida, como un frágil barco de papel en canales tumultuosos. “Sí, pero no he vivido yo en lugares violentos”, –matizó el escritor. “sin embargo el hombre traía una violencia retardada… La habían probado en la Revolución Cristera y les había gustado, pues”.
Así que, recordando, se fue abriendo lentamente. El presentador habló de sus trabajos de contable, agente de inmigración, recaudador de rentas y, cuando mencionó su gestión de los barcos alemanes retenidos en Guadalajara, le arrancó a su duro rostro un esbozo de sonrisa que se advertía, sobre todo, en una leve torsión de la boca y en el brillo irónico de sus ojos: “¿Y cómo sabe usted todas estas cosas?”, le preguntó. 
 
El presentador, pese a todo, con su actitud servil seguía pareciendo el chico de los recados, y como un solícito mozo, interrumpió la entrevista para acercarle un encendedor. Mientras inhalaba la primera calada pensó que la actitud de su interlocutor tal vez era, a fin de cuentas, la de un sincero admirador. 

Desde hacía al menos una década, los críticos y la prensa en general lo venían hostigando. Se había malacostumbrado a inventar, para cada entrevista, una respuesta diferente, con cuidado de no repetirse nunca, y a veces esperaba, casi con ansiedad, que le hicieran la pregunta prototípica: “¿Cuándo piensas escribir de nuevo?”. Esta pregunta siempre venía acompañada del rumor de que en realidad estaba escribiendo una nueva novela, y que en cualquier momento aparecería una obra.

Lo presentaban como una especie de prueba, un reto que demostraría si era capaz de reinventarse y superar su mejor libro, o si, por el contrario, tendría que reconocer que estaba estancado y asumir que nunca podría escribir algo mejor. Y él se negaba a verlo de este modo. La literatura era una ocupación solitaria, y él tenía un espíritu inquieto y una trayectoria profesional. El éxito editorial resolvió las cuestiones materiales, y le permitió dedicarse a sus proyectos culturales. No tenía tiempo para encerrarse con los espectros que siempre rondaban por los contornos de su depresión crónica.  

En rigor, le molestaba esta pregunta, pues desde la publicación de su libro había estado trabajando sin parar: había recorrido lo más profundo de México con el Instituto del Indigenista, para el que había preparado varias obras críticas, registrando la riqueza étnica y plurilingüe de su país; había escrito un guión para el cine y, además, había realizado una exposición fotográfica. ¿No era suficiente trabajo?

Sin darle tiempo a relajarse, el entrevistador, que se sentía honrado con la presencia de tan huidizo personaje, continuaba con la disección del itinerario biográfico de su invitado. Él había rechazado la mayor parte de las entrevistas que le habían propuesto, sin embargo, esta vez decidió hacer una excepción, y ahora no había vuelta de hoja. Lo cierto es que, al contrario de lo que había pensado, aquello empezaba a gustarle.

A propósito de la técnica y estructuración de su novela, que constituía la segunda pregunta obligada en cada entrevista, dijo que tiempo y espacio se desdibujaba y perdía su materialidad, y que los personajes no tenían rostro, “estaba trabajando con muertos, pues”.

En efecto, su única novela publicada, había sido una revelación. La estructura del libro era fragmentaria, espiral, aparentemente inconexa. Una suerte de coloquio de muertos, cuyos parlamentos muchas veces flotaban en el éter de la nada. Eran ecos de voces en ondas expansivas, cuyos sentidos anhelos se retorcían inconclusos en espera de respuestas. Cenizas eran, más tenían sentido, polvo eran, más polvo enamorado. 

En relación a los paisajes, presuntamente representativos de la historia, aseguró que habían intentado fotografiar aquellos lugares que aparecían en la novela y nunca pudieron encontrar algo parecido. Los paisajes y los personajes de su novela, como su lenguaje aparentemente pintoresco, Comala calcinada, las casas de adobe en ruinas, las hierbas y enredaderas cubriéndolo todo, y, entre los escombros, las voces de las personas que una vez habitaron aquel espacio y lo dejaron impregnado de sus humores, eran inventados.

La entrevista que tanto había temido y a la cual se resistió con todas sus fuerzas, estaba terminando. Sin moverse lo más mínimo, con las piernas cruzadas y en la mano un cigarro cuyo humo le ocultaba parte de la cara, había respondido a todas y cada una de las preguntas y no había ido tan mal. Incluso se había divertido. Cuarenta y cinco minutos de conversación eficaz, donde peripecia vital y referencias históricas iban de la mano. Aquel hombre vivaz y campechano, hospitalario, le hizo sentir a gusto.

Se despidieron con apretón de manos y unas palmadas en la espalda.  




martes, 18 de abril de 2017

Incidente en Antares, de Erico Veríssimo, 1971 (o De aquellos polvos vienen estos lodos)



Analizaremos fundamentalmente la primera parte de este libro, con la intención de no dar demasiada información sobre el contenido de la segunda parte, en la que ocurre un “incidente” (que da título al libro) más alegórico que mágico. Nos centraremos en la primera parte del libro porque constituye un impresionante despliegue narrativo para servir de contexto histórico y encuadrar el incidente posterior en sus coordenadas precisas. El incidente ocurrirá en 1963, en los prolegómenos del golpe militar de 1964, de manera que toda la primera parte supone una explicación de cómo el país desemboca en la dictadura militar.

Esta obra encaja con muchas de las características de la “nueva novela histórica”, entre las que destacaremos el uso de diferentes tipos de textos dependiendo de los documentos que se estén reprodudiendo; el recuento histórico nacional e internacional a través de dos familias caciquiles de una ciudad imaginaria próxima de San Borja, RS (región donde nacieron Getulio Vargas y Jango Goulart); la presencia de múltiples personajes representantes de las clases sociales subalternas; la introducción de giros del lenguaje característicos de diferentes regiones y estratos sociales; la autorreferencialidad, etc… Todos estos elementos están al servicio de un propósito eminentemente ensayístico que podría cifrarse en la voluntad de aproximarse lo máximo posible de la verdad histórica, verdad que, de acuerdo a los postulados de una nueva historiografía, es poco menos que inalcanzable. Esta inquietud se encuentra explícitamente formulada, no sin cierto grado de autocrítica, en el propio libro, en las páginas 24-25, que cito aquí por extenso:

A esta altura da presente narrativa é natural que o leitor esteja inclinado a perguntar se não existiam em Antares homens de bem e de paz, com comportamento e sentimentos cristãos. É pertinente a resposta, sem a menor dúvida, afirmativa. Havia, sim, e muitos. desgraçadamente seus ditos e feitos não foram recolhidos pela história oficial. Apenas uns poucos deles incorporaram-se a tradição oral da cidade e do município: os restantes perderam-se para sempre no olvido.

Os livros escolares, cujo objetivo é ensinar-nos a história da nossa terra e do nosso povo, são em geral escritos num espírito maniqueísta, seguindo as clássicas antíteses –os bons e os maus, os heróis e os covardes, os santos e os bandidos.

Via de regra, não se empregam nesses compêndios as cores intermediárias, pois os seus autores parecem desconhecer a virtude dos matizes e o truísmo de que a História não pode ser escrita apenas em preto e branco.

Por motivos puramente de economia de espaço –uma vez que o objetivo desta narrativa é tecer um sumário pano de fundo histórico contra o qual apresentar oportunamente os macabros eventos daquela sexta-feira 13 de dezembro do ano de 1963– estas páginas lamentávelmente têm seguido o espírito dos citados livros escolares, focando preferência as duas grandes oligarquias que em Antares, durante cerca de setenta anos, disputaram o predomínio político, social e econômico. Ficaram assim na penumbra do segundo plano todos aqueles que –para usar uma expressão de Spengler– não “fazem” mas “sofrem” a História. A saber: estancieiros menores, agricultores de minifúndios, membros das profissões liberais e do magistério e ministério públicos, funcionários do governo, comerciantes, artesãos e por fim essa massamorda humana composta de parias, -brancos, caboclos, mulatos, pretos, curibocas, mamelucos-, gente sem profissão certa, changadores, índios vagos, mendigos, “gentinha” molambenta e descalça, que vivia num plano mais vegetal ou animal do que humano, e cuja situação era em geral aceita pelos privilegiados como parte duma ordem natural, dum ato divino irrevogável (24-25).

Esa aceptación de la desigualdad social y racial como algo inamovible será uno de los rasgos más característicos de la oligarquía de Antares, especialmente del coronel Tibério Vacariano, cuyos usos y costumbres, como veremos a su debido tiempo, aparecen retratados con minuciosidad de detalles.

El libro comienza en la prehistoria, como si se tratase de un tratado de paleontología, describiendo la orografía, la fauna y la flora de la región que actualmente ocupa Brasil, en un guiño a los procesos de larga duración en la historia y a la pequeñez del ser humano.

Fiel a su idea de llevar a cabo una reconstrucción cabal de la historia de esta ciudad fronteriza del sur de Brasil, el autor recurre en primer lugar a dos documentos pretendidamente históricos para narrar los orígenes de Antares. El primero de los documentos –que se desgrana en varios fragmentos– es el diario de viaje de un científico francés que llega a Antares por casualidad desde Paraguay, donde ha estado recolectando plantas raras y especies exóticas de aves:

O mais antigo documento escrito que se conhece referente ao lugar onde mais tarde viria a ser fundada essa comunidade da região missioneira do Rio Grande do Sul, encontrase no livro do naturalista francés Gaston Gontran d’Auberville, intitulado Voyage Pittoresqueau sud du Brésil (1830-1831). (3)

Este primer documento remite a los textos de los aventureros europeos del siglo XIX con su carga positivista y racionalista, no constituye todavía un referente autóctono, propio, sino que refleja la mirada del otro, del extranjero, que observa lo nuevo con ojos sorprendidos y que compara las maravillas del nuevo mundo con aquellos elementos europeos que guardan algún tipo de similitud. Como curiosidad, este científico será el responsable por el cambio de nombre del poblado de “Povo da Caveira” a “Antares”, al mostarle al cacique Vacariano la estrella Antares, de la constelación de Escorpio.

El segundo documento, no podía ser de otra manera, es un documento religioso, pues a la par que los científicos, el nuevo mundo se ve invadido por los ejércitos de la fé:

Outro documento, pouquíssimo conhecido mas também importante, sobre o que se poderia chamar de pré-história de Antares é uma carta escrita pelo Padre Juan Bautista Otero, S.J., ao provincial de sua ordem, em Buenos Aires. Conta o missionario nessa missiva, datada de 4 de dezembro de 1832, que cruzou o Rio Uruguay e chegou ao Povinho da Caveira onde pediu e obteve permissão do dono daquelas terras, um certo Francisco Bacariano (sic) para fazer casamentos e batizados. (7)

Llama la atención aquí el uso de ciertos elementos que ya están presentesen El Quijote, por ejemplo, la inestabilidad ortográfica característica de los documentos antiguos, con nombres que oscilan, según la fuente consultada. Aquí encontramos “Bacariano” com “b”, mientras que en adelante el nombre se escribirtá com “v”. En El Quijote, los documentos que el autor encuentra, de autoria de Cide Hamete Benengelí, y las referencias que de éste se conservan, presentan similares oscilaciones. Este rasgo le otorga verosimilitud a la novela.

El sacerdote, escandalizado con el tipo de existencia que las personas llevan en el pequeño pueblo, pide autorización para asentarse allí y “civilizar” a los habitantes:

Aqui vivem muitos índios e índias em estado de indigência e, o que é ainda pior, em pecaminosa mancebia. Por outro lado, a ausência de mulheres de raça branca neste aldeamento leva aos homes de origem portuguesa a servirem-se dessas indígenas para satisfação de sua luxuria. O próprio Sr Bacariano, segundo me informou pessoa digna de fé, é pai de quase uma dezena de filhos naturais com várias dessas silvícolas, mas não os batiza nem legitima. Horroriza-me a ideia de que um dia, quando adultas, essas criaturas venham, sem o saber, a cometer incesto. (7)




A partir de aquí, el proceso histórico brasileño irá dejando sus huellas en la pequeña ciudad de Antares, y los vaivenes de la política nacional se reflejarán en las disputas partidarias de los habitantes de esta localidad.

El primer referente histórico, en tiempos de este primer cacique Vacariano que gobernará con mano de hierro aproximadamente durante el período de 1829 a 1879, es la “Guerra dos Farrapos”, cuando miles de hombres del sur de Brasil se levantan en armas frente al poder imperial del todavía niño Don Pedro. Aquí encontramos ya la primera inclinación de los Vacarianos por el Imperio en detrimento de la República.

Alrrededor de 1860 se instala en Antares Anacleto campolargo, cuya familia le disputará el poder a Francisco Vacariano. Ambas familias, Campolargos y Vacarianos, comienzan entonces una cruda rivalidad que se mantendrá durante décadas:

Home de algumas letras, Anacleto Campolargo organizou na vila o Partido Conservador, o que bastou para que Chico Vacariano, ate então um pouco indiferente en matéria de política, tratasse de organizar o Partido Liberal. (11)

Estos dos clanes le servirán al autor para ir reproduciendo algunos de los principales dilemas ideológicos del país a lo largo del siglo XIX y del XX. En sus primeras caracterizaciones, ambos no difieren mucho, aunque los Vacarianos parecen más tradicionalistas y abocados a defender el Imperio y el federalismo, mientras que los Campolargo se inclinarán por la República y serán presentados, casi siempre, como más abiertos a las transformaciones que trae consigo la modernidad:

Tanto os Campolargos como os Vacarianos eram criadores de gado e de cavalos. Foi, porem, o velho Anacleto o primeiro que começou a criação de ovelhas naqueles campos. Chico Vaca havia muito possuia lavouras de trigo, linho e arroz, razão porque era o mais rico senhor de escravos em toda a região. (12)

El siguiente hito histórico que Veríssimo trae a colación es la Guerra de la Triple Alianza, aunque en ningún momento se profundiza en un más que necesario revisionismo sobre este proceso histórico que, en gran medida, en Brasil se sigue tratando, aún hoy en día, desde un punto de vista ciertamente sesgado. Los hijos de ambos clanes lucharán en esta guerra contra Paraguay y traerán historias abundantes de sus aventuras bélicas, hasta el punto que ambos asegurarán haber dado muerte al mariscal Solano lópez en la famosa batalla de Cerro-Corá.

Ya con el necesario relevo generalcional, Antão Vacariano, que había perdido la mano izquierda en la Paraguay, se lamenta por la abolición de la esclavitud, que, lógicamente, amenazaba sus intereses; por el contrario, Benjamin Campolargo, celebró esta noticia y la consiguiente proclamación de la República. Este proceso transicional abre un período de convulsión en la pequeña Antares entre monárquicos y republicanos que desembocará, también a nivel nacional, en la Revolución Federalista de 1893. En estas escaramuzas, Benjamin Campolargo asesina a Antão Vacariano, abriendo una dinámica de agresiones y terribles venganzas entre los dos clanes, cimentando una enemistad que sólo se relajará muchos años más tarde, con la llegada al poder de Getúlio Vargas y su diplomacia.



La victoria de la República supone el exilio del clan de los Vacarianos a Argentina, de donde retornarán más tarde gracias a los contactos que todavía poseía la fanmilia en las más altas esferas del poder.

La entrada del siglo XX, en el recuento histórico de la ciudad, tiene un tratamiento especial en el libro. Más allá de los avatares político-ideológicos, las transformaciones en las vidas (usos y costumbres) de los habitantes de Antares serán fundamentales para la incorporación de la pequeña ciudad provinciana a la realidad nacional e, incluso, internacional. El cambio de siglo trae unas transformaciones tecnológicas de gran calado:

Tinha razão o editorialista do semanário A Verdade (fundado em 1902) quando escreveu que o Progresso se aproximava de Antares com botas de sete leguas. Nos tempos em que a localidade era ainda conhecida com o nome de Povinho da Caveira, Chico Vacariano, seu fundador, sempre que tinha que mandar um recado, verbal ou escrito, a uma pessoa que morasse longe, valia-se dum portador, dum “chasque”, dum “próprio”. Em fins do século XIX, Antares gozava já dos benefícios e facilidades do telegrafo, isso para não falar no servício postal.

Estradas de ferro ligavam muitas cidades do Rio Grande do Sul umas com as outras, e o apito das suas locomotivas assustava aos bichos do campo e do mato, ao mesmo tempo que a fumaça de suas chaminés sujava aqueles ares puros. Não parecia otimismo exagerado esperar-se que dentro duns dez anos, no máximo, seus trilhos fossem estendidos a Antares. Agora, na primeira década do novo século, surgia o telefone, que Xisto Vacariano afirmava ter sido inventado por Dom Pedro II, com a colaboração dum mecânico norte-americano, seu amigo particular. (25)

Además del telégrafo y el teléfono, van llegando progresivamente a Antares otros elementos de la modernidad que acabarán por transformar bastante la vida de las personas, pero sin acabar con las viejas estructuras de poder caciquiles que reinaban en el lugar: en la primera década del siglo XX, la primera compañía eléctrica y la electricidad generalizada, el primer automóvil, los primeros clubes de fútbol (dos, fundados cada uno de ellos por uno de los clanes rivales); y ya en los años veinte, un frigorífico (compañía norteamericana), el cine, la radio…

Junto a los avances tecnológicos, en estos primeros años del siglo XX también cae preso el primer comunista en Antares, al tiempo que nuevos ritmos y referentes culturales, como el charleston o el jazz.

Pero los avances tecnológicos, en Antares, lejos de transformar rápidamente todos los usos y costumbres, actuaron de manera más lenta y superficial sobre ciertas estructuras familiares caractertísticas del antiguo régimen que, por el contrario, sufrieron una demorada, aunque implacable, evolución:

Até fins do século anterior os Vacarianos e os Campolargos, haviam cultivado deliberadamente a endogamia, não com a finalidade de manter a pureza de suas estirpes, mas por motivos práticos, principalmente de ordem económica. Queriam evitar, no caso das heranças, não só a divisão das terras do clã como também complicações nos inventários. Esses casamentos entre primos e primas -quase sempre sem amor e sem mesmo desejo- eram não raro ajustados pelos pais dos jovens, em concílios familiares. Com raras exceções, finda a minguada lua-de-mel, a mulher ficava em casa a engordar, a ter filhos e a cuidar (ou não) deles, ao passo que o marido passava boa parte da noite no Clube Comercial, jogando póquer, ou na casa da amante, com a qual, continuando uma tradição centenária, também tinha filhos, que não reconhecia legalmente. (…)

Durante a segunda década do novo século, porém, membros de outras famílias locais e até mesmo forasteiros, haviam começado a entrar nas cidadelas dos Vacarianos e dos Campolargos, pela porta do casamento. O velho Benjamim, observava alarmado a tendência das novas gerações da sua tribo a produzir mis rebentos do sexo feminino que do masculino. (32)

La costumbre del amor fuera del matrimonio continuará vigente en Antares, en la época del incidente (1963). Como veremos, Tiberio Vacariano mantiene a su esposa en casa, mientras que tiene una jovencísima amante en otra casa.

1925 es el año elegido por Veríssimo para la reconciliación entre los caciques de los dos clanes, Xisto Vacariano y Benjamim Campolargo. La llegada desde São Borja de un joven Getúlio Vargas, con ánimos conciliatorios, será la causante de esta reconciliación, y marcará un período de unificación nacional y desarrollismo económico:

Estou aqui a mandado do meu pai. O velho Manual me fez portador dum pedido ao senhor, Cel. Xisto, e ao senhor, Cel. Benjamim. Os amigos hão de concordar em que os tempos estão mudando. O mundo se encontra diante da porteira duma nova Era. Essas rivalidades entre maragatos e republicanos serão um dia coisas do passado. Precisamos pacificar definitivamente o Rio Grande para podermos enfrentar unidos o que vem por aí. (35)

La victoria de Getúlio Vargas abre un período de bonanza para el clan de los vacarianos, que habían apoyado su candidatura, muchas veces con medios fraudulentos. Tibério Vacariano viajará a Rio de Janeiro, sede del gobierno, y se convertirá en uno más de los muchos satélites del poder, aprovechando su influencia para medrar desde un punto de vista económico. El gobierno de Getúlio, una especie de populismo inclinado al totalitarismo, se mueve entre los límites del fascismo y del socialismo, y se articula en base a favores, concesiones políticas y económicas y tráfico de influencias. Por ello, Tibério Vacariano se acostumbrará a otro tipo de manejo del poder, en el cual, la fuerza bruta, las amenzas y la extorsión serán sustituidas por la diplomacia, los salones galantes y los restaurantes. De esa manera, Tibério experimenta una especie de dualidad: cuando está de viaje en Rio de Janeiro, se adapta al estilo diplomático y educado de los entresijos del poder; mientras que cuando regresa a Antares, vuelve a ser el cacique de botas de cuero y látigo, comedor de churrasco y bebedor infatigable de cimarrón, con su sempiterno cigarro de paja en la boca, despota y cruel como lo fueron sus antecesores vacarianos. El apoyo de los Vacarianos a Getúlio se basa en las dádivas que puede recibir, y cesará en el momento en que éste cae en desgracia. De todos modos, las concesiones de Getúlio al proletario nunca le habían gustado al nuevo patriarca de los Vacarianos.



En la descripción del gobierno Vargas, encontramos numerosas similitudes con el Brasil actual, que, al pasar de los años, y salvadas las debidas distancias, ha desembocado en la impredecible Operación Lava-Jato, que promete acabar con un tipo de política originada, como vemos, ya en los primeros pasos de la República:

Quando en 1934 o Brasil adotou uma nova Constituição e Getúlio Vargas foi eleito Presidente da República pela Assembléia Constituinte, por um período de quatro anos, Tibério Vacariano fez sua primeira visita ao Rio de Janeiro. Teve um rápido coloquio com o Presidente, que o recebeu com afabilidade, no Palácio do Catete, declarándo-lhe: “O senhor coronel é meu home de confiança em Antares”. Tibério aproveitou a oportunidade para conseguir com o chefe da nação bons empregos em repartições públicas federais para alguns de seus parentes e amigos. Fez esses pedidos como quem quer dar a entender que ele, Vacariano, não queria nada para si mesmo, pois “Deus me livre, Presidente, de abusar duma amizade…”.

Passou um mês na capital federal, conheceu-lhe a vide noturna, fez relações, insinuou-se nos bastidores da política e ficou estonteado quando teve uma visão do mundo dos negócios e especialmente do submundo das negociatas. Guardou a impressão de que o Rio era como uma daquelas localidades do Far West americano nos tempos da corrida para o ouro. Na capital do Brasil havia ouro à flor do solo. Os primeiros faiscadores –vindos de todos os quadrantes do país– mexiam no cascalho das repartições públicas e principalmente no dos ministérios. Alguns haviam já encontrado veios riquíssimos. Era uma luta de apetites, choques de intereses, um torneio de prestígio, um jogo de “pistolões”. Muitos dos capitães e soldados da revolução que levara Vargas ao poder, cobravam agora seu soldo de guerra. Um anigo de Tibério, um gauchão cínico, que ganhara um lucrativo cartório, lhe disse um dia, comentando aquele “garimpo” alucinado: “Para conseguir o que quer, Tibé, essa gente é capaz de tudo, até de usar meios decentes e legais”. (44)

O Estado Novo” se presenta, además, como un regreso al totalitarismo, con un gobierno presidencialista y alejado ya de la supervisión del Congreso o de los partidos políticos:

O Getúlio comprendeu a coisa. Somos um país subdesenvolvido de analfabetos e indolentes. É indispensável unificar e organizar a nação com punho de ferro. Vê o caso da Italia: O Mussolini acabou com a anarquia, implantando a ordem e o respeito à autoridade, e os trens já partem e chegam dentro do horário. (45)

La base del Brasil actual, en lo que se refiere a las dinámicas de la vida política, queda establecida claramente. Esas dinámicas se reflejan, en la obra de Veríssimo, en la figura de Tibério Vacariano, aupado al nuevo modo de distribución del poder:

Em 1940 estava já funcionando a máquina que ele montara para ganhar dinheiro. Associado a um primo seu e amigo íntimo, formado em direito, Tibério abrira um escritório de advocacia administrativa e começara a vender a mais curiosamente abstrata das mercadorias: influência. Era um negócio em que não empatava nemhum capital em dinheiro. Jogava com o seu pretígio pessoal, suas boas relações com indivíduos colocados em postos-chave na engrenagem governamental. Sabia-se que ele tinha trânsito livre no Catete e em vários ministérios, e isso lhe valia boas comissões pagas com muita boa vontade por quem quer que estivesse interessado em movimentar requerimentos encalhados no mar do sargaço das repartições públicas (…).

Alem da advocacia administrativa, ganhava dinheiro em transações imobiliárias e ocasionalmente no câmbio negro. A Segunda Guerra Mundial proporcionou-lhe oportunidades para bons negócios, uns lícitos e outros ilícitos. Habituara-se a viver à sombra do Banco do Brasil, do qual conseguia empréstimos para amigos e sócios, e para si mesmo. E, como tantos de seus pares, já possuia, num banco de Zurique, uma conta corrente numerada, cada vez mais gorda, em dólares. (47-48)

Sin embargo, pese a cambiar la manera de llevar sus negócios, adaptándose a los nuevos tiempos y oportunidades, en Antares Tibério Vacariano no cambia un ápice sus pautas de comportamiento, agarrado a unos privilegios aparentemente inamovibles. De esas pautas de comportamiento, la más característica es un machismo radical:

Quando, em fins de avril ou princípios de maio de cada ano, embarcava de volta à capital federal, Tibério Vacarian, ao vestir a sua ropa de linho ou tropical, envergava também a sua personalidade “carioca”. Já se habituara a esse tipo de vida, e achava até um sabor esquisito nessa duplicidade. D, Briolanja, que detestava o Rio de Janeiro com um provincianismo talvez animado por uma centelha de orgulho farroupilha, via com resignada apreensão as transformações por que passava o marido. Nada dizia, porém. Tinha o hábito, que mais parecia um vício, do silêncio. Voltava-se inteira para os filhos e os sobrinhos e para suas atividades de dona de casa. Sabia também que, se interpelasse o marido por causa daquela sua vida de cassinos e aventuras eróticas (recebia às vezes cartas anônimas) ele lhe perguntaria, como já fizera uma vez: “Por acaso está te faltando alguma coisa, Lanja?”. (49)

Este machismo radical se refleja especialmente en el prostíbulo de Antares, cuya regente, Venusta, le ofrece a Tibério Vacariano la posibilidad de acostarse con una menor de edad que ha caido en sus redes casi por casualidad, porque su madre, muy pobre, la había expulsado de casa. Las cualidades de la niña. Desde el punto de vista de Tibério, se reducen a su idoneidad física, comparándola con un equino:

Que fêmea mais bem-feita de corpo! Uma potranca de raça –cabocla de pele acetinada cor de areia úmida, seios miúdos, quadría estreitos, delicada como uma flor… Em cima dela sentira-se com vinte anos menos. E, depois de desacarregar a sua primeira e furiosa onda de desejo, ficara ofegante e feliz, deitado ao lado da criaturinha (…)

Decidiu fazer de Cleo sua amante exclusiva, montar casa para ela. Convenceu a mãe da rapariga a vir morar com a filha, arranjou tudo com a colaboração da Venusta. Quando um novo ano entrou o Cel. Vacariano tinha o que em língua de advogado se chama de “mulher teúda e manteúda”. Sentia-se feliz e remozado. (68).

Al mismo tiempo, la ideologia socialista al alza, sustentada principalmente en el movimiento proletario, tiene el apoyo tanto de los intelectuales (Primer Congreso de Escritores Brasileños) como de los estudiantes, organizados en la Unión Brasileña de Estudiantes. Sectores todos ellos que, veinte años más tarde, con el golpe de estado, sufrirían las consecuencias de toda esta exaltación.



Tibério Vacariano se niega a formar parte del PTB (Partido Trabalhista Brasileiro) porque el programa del partido recién fundado le suena mucho a comunismo. La polarización de la Guerra Fría empieza a definirse en el mundo, y tanto Brasil como, en menor escala, Antares, son el reflejo de este incipiente proceso. El país oscila entre el sentimiento nacionalista, el populismo, la deriva al comunismo y el riesgo del golpe militar.

Esta irrupción del comunismo y de las reivindicaciones proletarias se concentran en el personaje de Geminiano Ramos, será uno de los detonantes del incidente que ocupa toda la segunda parte del libro, al negarse a enterrar los cuerpos en el cementerio:

En Antares, às quase tres centenas de operários do Frigorífico Pan-Americano somavam-se agora os trabalhadores da Cia. Franco-Brasileira de Lãs, estabelecida na periferia da cidade, fazia dois anos. Havia ainda o pessoal das indústrias menores. Calculava-se que pelo menos noventa por cento desse proletariado em idade eleitoral estava inscrito no PTB e obedeciam todos à chefia dum tal Geminiano Ramos, homem de escassos trinta anos e que, além de ter fama de marxista, usava bigodões à Stalin. Como o Partido Comunista Brasileiro estivesse fora da lei, Geminiano –operário de folha corrida policial ainda limpa– infiltrara-se no Partido Trabalhista que, no dizer de Tibério, era uma especie de “sala de espera do comunismo”. (59)

Las inquietudes ideológicas de la época quedan claras, especialmente cuando se reproduce el contenido de las arengas políticas que los líderes proletarios lanzan en sus mítines de la plaza del pueblo: “Como Vargas, os oradores daquele comício apontavam os defeitos e injustícias da democracia liberal capitalista e falavam até –como tinham mudado os tempos!– em democracia socialista de trabalhadores”. (61)

A medida que los años van pasando, el gobierno de Getúlio va siendo atacado cada vez con más intensidad por diferentes sectores, entre los que destacan algunos medios de comunicación como Estado de São Paulo, del periodista y político Carlos Lacerda, y de ciertos sectores de las Fuerzas Armadas:

A UDN desde o princípio do ano abriu as suas baterias contra o Catete. Voçês têm lido os artigos do Carlos Lacerda? Que panfletário! Que mestre da violência verbal! Seus escritos estão demolindo pouco a pouco o governo de Getúlio… (74)

El caso de Lacerda será muy importante porque el atentado que sufre y en el que resulta muerto un miembro del ejército, precipita una investigación militar que provocará, el 24 de agosto de 1954, el suicidio de Getúlio Vargas con un disparo en el pecho. Estos hechos, que en Incidente en Antares ocupan una parte del recorrido histórico que Veríssimo lleva a cabo de la historia brasileña, son reconstruidos magistralmente en la novela Agosto (1990), de Rubem Fonseca.




En el ambiente turbulento de la época, antes del suicidio de Getúlio Vargas, y confirmando que la historia es cíclica, ya se hablaba de Impeachment, aunque en lugar de decir que el país se iba a transformar en una nueva Venezuela, el termino de la comparación era Moscú, más ligado al socialismo en aquellos momentos:

Quiteria ergeu a cabeça:

A solução mais decente, por legal, foi a que propôs na Câmara a bancada da UDN. O impeachment. E se a coisa não saiu foi porque os deputados do teu PSD, Tibé, se juntaram com os do PTB para derrotar a moção udenista. Te lembras da mensagen que o Getúlio apresentou ao Congresso, em março passado? Foi dum nacionalismo tão exagerado, que assustou meio mundo. Com esse seu anti-americanismo, ele vai acabar levando ao Brasil pro lado de Moscou… (73).

Tras la muerte de Getúlio, durante los gobiernos de Juscelino Kubitscheck, Jânio Quadros y Jango Goulart, Tibério Vacariano –que había apoyado a Getúlio en detrimento de su ideología, por el interés personal y por respeto a un pacto entre caballeros que su padre había contraido con él años atrás– se deshace de máscaras innecesarias y empieza mostrarse tal como es, pidiendo a gritos la intervención militar, en otro elemento que nos recuerda a algunos sectores de la sociedad brasileña actual:

Na minha opinião esta é a hora certa para o golpe (…)

Voçês não compreenderam ainda que se não tomarmos o poder agora estamos perdidos? Quem vai governar mesmo no próximo quinquenio é o Jango e o maluco do cunhado de ele, o Leonel Brizola. Os dois, mancomunados, continuarão manobrando os sindicatos, encorajando as greves, fazendo passar mais e mais leis favoráveis aos seus eleitores e “pelegos”, aumentando o salário mínimo, em suma, estrangulando cada vez mais as classes produtoras. Vamos acabar no socialismo! (95)

El país vive, en 1963, al borde de la histeria anti-comunista. Con una serie de gobiernos de mayoría de tintes populistas y con cierta simpatía hacia la Revolución cubana, el gobierno de Nasser en Egipto o la China Comunista, ciertos sectores del ejército comienzan a conspirar. La primera parte de Incidente en Antares se cierra unos meses antes del golpe militar, cuando las organizaciones sindicales de Antares decretan la huelga general y ponen en jaque a las autoridades locales. Es un momento de máxima tensión en el que no faltan los que piden, cada vez con más intensidad, una intervención militar que destruya la defensa de los obreros huelguistas.




Esta reconstrucción histórica se cierra con un brusco cambio de perspectiva, que introducirá también el golpe militar desde otros puntos de vista. Para ello se narra la llegada a Antares de un grupo de sociólogos y antropólogos para realizar un trabajo de campo en la ciudad. El proyecto, del que saldrá el libro: Anatomía de una ciudad gaucha de frontera, está liderado por un tal Martim Francisco Terra –descendiente de la dinastía de los Terra, que protagoniza la saga de O tempo e o vento– Como ocurre al principio del libro, en el cual se alterna la narración con supuestos documentos históricos, a la narración de la llegada del grupo de investigadores a la ciudad le siguen trechos del diario de campo de Martim Terra. Lógicamente, en tiempos tan convulsos y en un pueblo tan aislado, la llegada de los investigadores despierta todo tipo de suspicacias:

Certo dia a cidade amanheceu cheia de boletins verdes, postos debaixo de portas, atirados de sacadas sobre as calçadas, distribuídos por meninos e meninas, de mão em mão, nas ruas e nas casas de comércio. Povo de Antares! Pais e mães de família! Alerta! Os inimigos estão já dentro de nossos muros! Protegei a vossa intimidade. Fechai as vossas portas e os vossos corações a esses forasteiros curiosos e indiscretos, agentes do comunismo internacional ateu e dissolvente. O Prof. Martim Francisco Terra, o chefe dessa quadrilha vermelhadisfarçada, está fichado no DOPS como marxista confesso. Defendamos a nossa crença en Deus, na Pátria, na Família e na Propriedade! Assinava esse apelo Um Patriota.

Um dos mais antigos comunistas da cidade disse um dia numa roda de correligionários: “O projeto está sendo financiado pela Fundação Ford. Está claro que nesse negócio todo anda dentro a CIA. Não devemos colaborar com esses lacaios do Departamento de Estado.” (129)

Antes de cerrar esta primera parte del libro con amplios extractos del diario de campo que el sociólogo había escrito durante su estadía en Antares –lo que le brinda al autor la posibilidad de ofrecernos un punto de vista nuevo sobre la ciudad–, el narrador nos proporciona un recorte de periódico en el que se cifran los primeros pasos de la llamada Revolución victoriosa de 1964, co la que se cierra esta primera parte del libro:

Havia na última página do matutino uma notícia informando que desde a irrupção da revolução victoriosa de 31 de março, 378 pessoas tinhnam tido seus direitos políticos suspensos, 10.000 funcionários haviam sido demitidos ou obrigados a se demitirem e que estavam em processo cerca de 5.000 investigações que envolviam umas 40.000 pessoas em todo o território nacional. (135)




Los tres estigmas de Palmer Eldritch (1964), Philip K. Dick

Según Emmanuel Carrere, en la biografía novelada que escribió sobre Philip K. Dick, la obra de este escritor está determinada por un princip...