viernes, 25 de mayo de 2012

Tópicos comunes en algunos relatos y poemas de Mario Benedetti





En este artículo, pretendemos mostrar algunas de las relaciones que se establecen en la obra literaria de Mario Benedetti entre sus relatos y sus poemas. Dividimos el análisis en dos partes.

En la primera parte estudiamos las similitudes temáticas entre el relato «El resto es selva», 1961, del libro Montevideanos, y su correspondencia en poemas anteriores o contemporáneos. Ocurre, en muchas ocasiones a lo largo de su obra literaria, que la temática que anticipa en su obra poética es retomada posteriormente en su obra narrativa. En este primer apartado observamos la búsqueda de una emancipación cultural de América Latina. Su obra trasciende las fronteras de Uruguay y manifiesta un claro sentimiento latinoamericanista. Se contraponen las costumbres de EEUU con las costumbres de América Latina.

En la segunda parte, nos detenemos en otro de los temas recurrentes en la obra del autor uruguayo, en este caso se trata del tema de los torturadores. Mario Benedetti trata este tema de manera peculiar, intentando reproducir el cargo de conciencia que la represión y la tortura produce en los represores. Esto le lleva, tanto en su obra narrativa como en la poética, a reflejar el flujo de conciencia de los torturadores en una especie de monógos interiores.

Procederemos de manera esquemática, mencionando los elementos más importantes en relación a estos dos temas, que dan una idea del posicionamiento ideológico del autor uruguayo.


a) «El resto es selva», 1961 (Montevideanos) // «Cumpleaños en Manhattan» (1959), Poemas del hoyporhoy (1959-1961)


1. Las muchedumbres y su ritmo monocorde al caminar sirven como contraste para diferenciar al protagonista, de origen latinoamericano, que en medio de esas multitudes veloces, camina lentamente y, a veces, se detiene.

E.R.E.S (El resto es selva)
«Asquerosamente puntuales»

C.M. (Cumpleaños en Manhattan)
«Todos caminan
yo también camino
a veces me detengo
ellos no
no podrían»


2. El motivo de los chicles como marca de identidad. Uniformación de las costumbres. El chicle como símbolo del capitalismo.

E.R.E.S
«No quería desengañarlo, eso era todo. Igual que si a él, mañana o pasado, alguien lo convenciera de que los yanquis no mastican chicles»

C.M.
«millones de mandíbulas
que mastican su goma»

«y el mexicano que aprendió a mascar chicles»


3. Diferencias culturales en el ocio, por ejemplo, en lo referente a la música.

En el relato, música casi inaudible, pocos bailes, «Farias nunca había asistido a una diversión tan desolada»: en la forma de divertirse también ve grandes diferencias. El protagonista alterna un sentimiento de provincianismo que oscila con el rechazo: «asqueroso bourbon».

C.M.
«tengo unas ganas cursis
dolorosas
de ver algo de mar
de sentir como llueve en Andes y Colonia
de oír a mi mujer diciendo cualquier cosa
de escuchar las bocinas
y de putear con eco
de conseguir un tango
un pedazo de tango
tocado por cualquiera
que no sea Kostelanetz»


4. El caso aparte de los negros. Identificación con los latinoamericanos.

En El resto es selva, diferenciación de los negros, encarnada en el personaje de Eddie: «el único quizás que le había dicho una cosa inteligente: “Ustedes los latinoamericanos siempre se interesan por el problema negro en los Estados Unidos y además empatizan con nosotros. Yo me he preguntado por qué será. Y he llegado a la conclusión de que debe ser porque el Departamento de Estado a ustedes los trata como a negros”».

C.M.
«las tres clases de seres más vivos de este Norte
quiero decir los negros
las negras
los negritos»


5. Relaciones de dominación capitalistas, neoimperialismo

El lenguaje como la principal marca de identidad, los emigrantes van perdiendo progresivamente su identidad, aunque no del todo: «Las mesas eran atendidas por unas indiecitas que hablaban español con acento inglés, e inglés con acento español»

Es precisamente la explotación económica la que provoca la unidad entre latinoamericanos gracias a la explotación: «Uno venía de Cuajiniquilapa y otro de Valdivia, pero algo tenían en común: la fruta guatemalteca y el cobre chileno que les explotaba el gringo. Ése era el idioma único, latinoamericano, en que se entendían». Frente a Guatemala y Chile, Uruguay parece tener otro estatuto para los norteamericanos: «Ustedes los uruguayos tienen la suerte y la desgracia de que Estados Unidos no precise la lana. No les compra. Y no los explota. No los indigna».

C.M.
«tengo sed y me cuesta
diez centavos de dólar
otro jugo de fruta
con gusto a Guatemala»

«entonces los becarios colombianos
y los taximetristas andaluces
y los napolitanos que venden pizza y cantan
y el mexicano que aprendió a mascar chicles
y el brasileño de insolente fotómetro
y la chilena con su amante gringo
y los puertorriqueños que pasean
su belicosos miedo colectivo
miran y reconocen mi renguera
y ellos también se aflojan un momento
y dan un solo paso melancólico
como los autos de la misma marca
que se hacen una seña con las luces»


6. Confort anestesiante de la sociedad urbana esadounidense, desnaturalización, evasión de la realidad.

E.R.E.S
La evasión de la realidad a través de drogas, bebida, comida o poesía. Episodio de las viejitas.

Contraposición entre el «asado del Cono Sur» y la parrilla-picnic en Estados Unidos.

«Aquel fuego civilizado y sin problemas». TV en el picnic.

C.M.
«pero también es bueno
sentir alguna vez un poco de ternura
hacia este chorro enorme
poderoso
indefenso
de humanidad dócilmente apurada
con la cruz del confort sobre su frente
un poco de imprevista ternura sin raíces
digamos por ejemplo hacia una madre equis
que ayer en el zoológico de Central Park
le decía a su niño con preciosa nostalgia
look Johnny this is a cow
porque claro
no hay vacas entre los rascacielos»




b) «Miles de ojos», Despistes y franquezas (1989) // «Torturador y espejo», Letras de emergencia (1973); «Noche de sábado», Letras de emergencia (1973); «Hombre preso que mira a su hijo», Poemas de otros (1974)

El tema de los torturadores y los torturados es un tema recurrente en la obra literaria de Mario Benedetti, tanto en sus cuentos como en sus poemas. Aquí presentamos sólo una muestra de las diversas variantes que puede tomar este tema.

En el relato «Miles de ojos», Despistes y franquezas (1989), escrito después de la dictadura, se trata el tema de la amnistía a los agentes de la dictadura (la ley 15.848 –o Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado–, promulgada en 1986 por el gobierno democrático, fue confirmada por el pueblo uruguayo en dos oportunidades: referéndum de 1989 e iniciativa popular de 2009).

En este relato se presenta a un torturador ante el anuncio en todos los medios de comunicación de la mencionada amnistía. Pese a lo que sería esperable, el personaje no se siente tranquilo con esta ley, todo lo contrario, su nerviosismo y su ansiedad van en aumento, hasta el punto que cualquier encuentro con otras personas le produce una gran inquietud. Pero en realidad esa intranquilidad sólo está en su cabeza, se trata aquí el tema de la propia conciencia, ya que, aunque las leyes perdonen a los torturadores, su conciencia no les perdona, ese será su mayor castigo.

La conciencia del torturador aparece simbolizada por los «miles de ojos» que aparecen en sus sueños, cuando el inconsciente se apodera de la mente:

Quería descansar. Abrió la cama, se quitó la ropa (siempre dormía desnudo) y tomó un somnífero suave, suficiente par descansar unas horas. […] Experimentó un cosquilleo de satisfacción cuando advirtió que sus ojos se iban cerrando. Sólo cuando estuvo profundamente dormido, comenzó a recorrer un corredor en tinieblas, una suerte de túnel interminable, cuyas paredes eran sólo ojos, miles y miles de ojos que lo miraban, sin ningún parpadeo. Y sin perdón.

Este símbolo de los «miles de ojos» como reflejo de la conciencia del torturador aparece también en un poema titulado «Torturador y espejo», Letras de emergencia (1973), cuyo insistente estribillo dice así:

No escapes a tus ojos
Mírate
así

Los siguientes versos abordan también la idea de que el torturador es perseguido por su conciencia, aunque las leyes lo hayan amnistiado:


Te metiste en crueldades de once varas
y ahora el odio te sigue como un buitre

no escapes a tus ojos
mirate
así

aunque nadie te mate
sos cadáver

aunque nadie te pudra
estás podrido

En «Hombre preso que mira a su hijo», Poemas de otros (1974), se recrea la otra cara de la moneda, es decir, se habla desde el punto de vista del preso político que ha sido torturado, y se alude a la memoria histórica, a través de la comunicación entre padres e hijos, para que nunca se olviden aquellos terribles episodios represivos.

Botija aunque tengas pocos años
creo que hay que decirte la verdad
para que no la olvides.

Por eso no te oculto que me dieron picana
que casi me revientan los riñones
todas estas llagas hinchazones y heridas
que tus ojos redondos
miran hipnotizados
son durisimos golpes
son botas en la cara
demasiado dolor para que te lo oculte
demasiado suplicio para que se me borre.

En el poema «Con permiso», de Quemar las naves (1969), Benedetti reincide en la caracterización del torutrador como un ser que tiene una doble vida, su vida de hogar, donde puede ser un padre y esposo amoroso e intachable, y su vida como agente represivo del gobierno, donde se convierte en una especie de monstruo. Esta segunda vida es la que no le permitirá tener la conciencia tranquila en ningún momento de su vida. Aparecen varios símbolos que aparecerán más tarde en el relato «Miles de ojos», tales como el espejo y los ojos (símbolos de la conciencia) o el poder del inconsciente, donde surgen las inquietudes sublimadas:

deja el corazón en el hogar junto a los menos o en el
apartamento de su hembrita tercera a fin de no
comprometerlo cuando ultima a los heridos de ojos
abiertos

el violento authorizado poro a poro te odia pero sobre todo se
aborrece a sí mismo y como todavía no puede
reconocerlo sabe que en el espejo ha de encontrar
puntual su arcada indivisible su minifundio de
vergüenza

tortura así con la boca seca malbaratando de ese modo sus
insomnios y sabiendo muy en el fondo que todo es
una gran postergación inútil porque la historia no es
impaciente pero mantiene sus ficheros al día

el violento autorizado tiene una descomunal tijera para cortar
las orejas de la verdad pero después no sabe qué
hacer con ellas

no entiende de símbolos y lo bien que hace porque todo las
calles las ventanas los ojos las paredes el cielo los
puños los dientes son mercados de símbolos son
ferias donde el futuro se ofrece como pichicha
inesperada

el violento autorizado se mete en sus metales en sus fortalezas
semovientes en su noche expugnable pero como deja
un huequito para respirar por ahí se cuela no la bala
perdida sino el guijarro

tiene miedo y lo bien que hace



Los correlatos entre la poesía y la prosa de Mario Benedetti son muchos, además, en algún caso, las fronteras entre los géneros se borran, podemos encontrar extensísimos poemas con versos muy largos y versículos, una novela en verso como El cumpleaños de Juan Ángel, etc.

En cuanto a los motivos temáticos, efectivamente, se entrelazan en su obra narrativa y poética. La obra de Mario Benedetti constituye una suerte de memorias, sobre todo en el caso de la poesía, ya que el itinerario vital y el histórico se entrelazan. Benedetti, comprometido con la Revolución cubana, exiliado por motivos políticos, tuvo una relevancia política considerable (Red de escritores latinoamericanos).

Aunque en los comienzos, su obra representa el punto de vista del ciudadano latinoamericano, en especial de la clase media, su evolución ideológica va desde un punto de vista pequeño-burgués a un activismo de izquierdas cada vez más combativo.



No hay comentarios:

Los tres estigmas de Palmer Eldritch (1964), Philip K. Dick

Según Emmanuel Carrere, en la biografía novelada que escribió sobre Philip K. Dick, la obra de este escritor está determinada por un princip...